jueves, 6 de junio de 2013

La actitud que tengamos al comenzar una tarea afectará su resultado más que cualquier otra cosa



La actitud que tengamos al comenzar una tarea afectará su
resultado más que cualquier otra cosa
Los entrenadores saben lo importante que es que sus equipos tengan la actitud correcta
antes de enfrentarse con un recio oponente. Los cirujanos quieren que sus pacientes estén
mentalmente preparados antes de una operación. Los que buscan empleo saben que su
posible empleador quiere algo más que habilidades cuando llenan una solicitud de trabajo.
Los oradores quieren una atmósfera propicia antes de comunicarse con su audiencia. ¿Por
qué? Porque la actitud correcta al principio asegura el éxito al final. Usted estará
familiarizado con el dicho: «Todo lo que está bien termina bien». Pero también es cierto:
«Todo lo que está bien comienza bien».
Uno de los principios clave que enseño cuando doy conferencias sobre evangelismo, es
la importancia de nuestra actitud al testificar ante otros. La mayoría de las veces, es la
manera en que presentamos el evangelio, más que el evangelio mismo, lo que ofende a las
personas. Dos individuos pueden hablar del mismo tema con la misma persona y obtener
diferentes resultados. ¿Por qué? Casi siempre, la diferencia está en la actitud de la persona
que habla. El testigo diligente se dice a sí mismo: «La gente está hambrienta del evangelio
y deseosa de un cambio positivo en su vidas». El testigo renuente se dice a sí mismo: «La
gente no está interesada en las cosas espirituales y no quiere ser molestada». Esas dos
actitudes no solamente determinarán el número de intentos hechos para testificar (¿puede
adivinar cuál de ellos testificará?), sino que también determinará los resultados si los dos
comparten la misma fe.
El estadista americano Hubert H. Humprey era admirado por millones de personas. Su
burbujeante entusiasmo era contagioso. Cuando murió, un periódico publicó un artículo
sobre él en el que citaba algo que escribió a su esposa cuando hizo su primer viaje a
Washington D.C., en 1935: «Puedo ver cómo, algún día, si tú y yo solamente nos
decidimos y pensamos en grandes cosas, podremos vivir aquí en Washington, dedicados
probablemente al gobierno, a la política o al servicio. Oh Dios, espero que mi sueño se
convierta en realidad; voy a tratar que así sea, de cualquier manera». ¡Con esa clase de
actitud no podía fallar!
La mayoría de los proyectos fracasan o triunfan antes de comenzar. Un joven alpinista y
un experimentado guía ascendían un alto pico en las Sierras. Una mañana muy temprano, el
joven fue despertado violentamente por el ruido de algo que se rompía.
Pensó que era el fin del mundo. El guía le dijo: «No es el fin del mundo, solamente el
comienzo de un nuevo día». Al salir el sol sus rayos caían sobre el hielo y lo derretían.
Muchas veces somos culpables de contemplar los retos de nuestro futuro como el ocaso
de la vida antes que como el amanecer de una brillante nueva oportunidad.
Tenemos como ejemplo la historia de dos vendedores de zapatos que fueron enviados a
una isla a vender. El primero, apenas llegó, se sintió desalentado al darse cuenta que nadie,
en la isla, usaba zapatos. Inmediatamente envió un telegrama a su oficina en Chicago
diciendo: «Regresaré mañana. Nadie usa zapatos aquí».
El segundo vendedor se emocionó mucho cuando vio lo mismo. Inmediatamente envió
un telegrama a su oficina en Chicago, diciendo: «Por favor, envíenme 10:000 pares de
zapatos. Todo el mundo aquí los necesita».
Aplicación de actitud
¿Por qué no escribir a continuación un proyecto que haya descuidado debido a una
actitud poco saludable hacia él? Lea el axioma número 4 una y otra vez, luego enumere los
beneficios positivos que se recibirán por la realización de su proyecto. Recuerde: «Todo lo
que está bien comienza bien». ¡Suba el nivel de su actitud!

Fuente: ACTITUD DE VENCEDOR.  JOHN C. MAXWELL

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